jueves, 28 de diciembre de 2017

PONGAMOS EL CONTADOR A CERO y BRINDEMOS POR LO BUENO.


Comienzo con la primera foto mía del 2017. 


A una romántica empedernida como yo le viene al pelo el refrán de: “año nuevo vida nueva”, y, aunque al 31 de diciembre del 1 de enero lo separa el mismo tiempo que a cualquier otro día, me gusta pensar que la maquinaria vuelve a ponerse a cero, que el salto de un año a otro puede cambiar nuestro destino, y que si me mentalizo de ello soy más capáz de afrontar otros 365 días con energías renovadas. Sé que los problemas o situaciones complicadas de un año no se evaporan como por arte de magia sólo por que las 12 campanadas nos anuncien que cambiamos de año, si un nudo no está deshecho el 31…el 1 va a seguir de la misma manera.
Pero también creo que si empezamos el año pesimistas o sin dejarle un hueco, aunque sea pequeño, a la esperanza, no vamos a entrar con buen pié.
Quizás os suene a libro de autoayuda barato, o a frases del conocido Mr Wonderful, pero prefiero pensar así que ponerme negativa y derrotista antes de que las cosas ocurran.  


Es cierto que hay años malos que parece que la madeja no se desenreda, y que nos pasamos todo el año arrastrando esos nudos, de los que ya he hablado en otro momento. Y también es cierto que es muy complicado dejar atrás ciertas situaciones dolorosas y complicadas. Pero, como le digo a una amiga que se que ha sufrido mucho, buscando ese rayito de luz es probable que poco a poco se convierta en un día soleado. NO me refiero nunca a olvidar, porque todo tiene un porqué y de todo se saca un aprendizaje. Pero si me refiero a quedarnos con lo bueno de cualquier situación. O, por lo menos, con lo menos malo.
Porque, en realidad, un año son momentos buenos y malos, días grises y días rosas, días de baile y días de angustia.
Quiero pensar que, ni todo es bueno ni todo es absolutamente malo y, que la mayoría de las veces le damos mucha más importancia a las cosas de la que en realidad tienen.  

Mi pequeño balance concluye en que personalmente ha sido año normal, no es que haya sido malo, ni que haya sido horrible, tampoco ha sido extraordinario. Ha tenido sus momentos, ha tenido sus momentazos y también sus bajones.
Pero no quiero darle demasiadas vueltas. Le quedan tres días y pondré el contador a cero en la ciudad eterna, cosa que espero me traiga un año lleno de más cosas buenas que malas.


Y ahora, como si de una boda a la americana se tratase, ha llegado el momento de los brindis. Quiero poner la guinda al 2017 con unos choques de copas llenas de burbujas. Así que alzad las copas, escuchad el tintineo y, si os apetece, seguid leyendo.

Brindo por mi familia.
Por mi compañero de viaje. A quien elegí hace ya tanto y de lo que no me arrepiento. Eres incansable, valiente, testarudo, emprendedor y te siento siempre a mi lado, por mucho que haya días que no queramos ni vernos. Espero que eso no cambie con los siguientes pasos que daremos, con los traspiés que compartamos o con las decisiones que tengamos que tomar.  

Por los que me han dado la vida, que me han enseñado mil cosas a lo largo de toda ella, de los que ahora veo que tengo en mi misma tanto y que, por mucho que discuta con ellos, se que son mis pilares, que no me abandonarán nunca y que les quiero con locura.  

Por los que llevan tanto tiempo ya lejos y cada vez sienten más morriña, porque sus decisiones futuras sean las correctas y les lleven a ser más felices aún.





Por quienes se han ido a cumplir un sueño más lejos imposible, porque les veo felices y sonrientes aunque el comienzo haya sido duro. Sois valientes y me encanta que seáis así.




Por mis tíos y tías, primos y primas, y por esa pequeña locura de niña madrileña que nos ha robado el corazón.






Por los que nos dejaron ya hace tiempo pero nunca olvidaremos. Por los que vendrán.






Brindo por mis amigos.
Por todos los que han estado a mi lado y los que han necesitado que yo esté al suyo.
Por los que han cumplido sueños y por los que siguen buscándolos.
Por los que van a cumplir seguro los suyos porque este es su año.
Por los que siguen conmigo buscando fechas para quedar aunque siempre falte alguien.
Por los que siguen enviando y recibiendo mensajes, y no se molestan porque alguien conteste  2 días después. Y esas conversaciones suelen ser entre divertidas y surrealistas.
Por los nuevos, la gente que ha entrado con fuerza en mi vida para quedarse, y también por los que hace ya tanto que no se de ellos que no sé ni dónde viven.  

Brindo por mí.
Porque si algo hace ya tiempo que vengo aprendiendo es que, hay que quererse a uno mismo antes de intentar querer al resto.
Porque prefiero ser consciente de mis defectos y asumirlos antes de que hagan daño a alguien.
Porque he crecido mucho y cada vez soy más consciente de lo que para mí tiene valor.
Porque he sido capáz de hacer esto, escribir. Y me ha enseñado que si quiero, puedo.
Porque me veo bien, me gusto, he cumplido promesas de hace 365 días, he dejado de preocuparme por cosas que antes me daban inmensos dolores de cabeza y, lo más importante, ahora digo lo que pienso en realidad, no me engaño a mi misma regalando halagos si no los creo o, y esto sienta mejor, prefiero decir en alto cosas que hace tiempo me habría quedado para mí.



A todos los que habéis leído hasta el final.
Os deseo de corazón un año 2018 mejor que el anterior. Un año lleno de cosas buenas, y valor y fuerza para superar las malas.
Os deseo ser libres, ser conscientes y ser valientes.
Pensad las cosas dos veces o seguid un impulso, pero no os arrepintáis después que de nada vale.
Todo pasa por algo y ese algo es la esencia de cada uno.


Feliz 2018. Y que los hilos de la vida sigan su camino. 

domingo, 17 de diciembre de 2017

¿QUÉ HE LEÍDO ESTE AÑO?

                                              ¿QUÉ HE LEÍDO ESTE AÑO?



2017 llega a su fin. Otro año más en el que me doy cuenta de que he conseguido cosas que quería pero siguen quedándose atrás planes que me apetecían.
Como todos los años yo hice mis propósitos por escrito y en general no me he desviado mucho, aunque es cierto que hay cosas que no dependen solo de mi y esas son más difíciles de cumplir.

Año tras año uno de los propósitos que me hago es leer más, y año tras año me siento bien cuando al revisar mis lecturas veo que las he aumentado. El 2017 he sido muy buena lectora  (y además he conseguido escribir críticas de casi todos los que he leído. Escribo en una libreta todo lo que voy leyendo, con fecha de inicio y un pequeño resumen de mis impresiones, luego, con más calma escribo reseñas más completas que, hasta hace dos meses, publicaba en una web. Esa web ha desaparecido y estoy en la búsqueda de una nueva. Mientras tanto he decidido hacer mi balance literario en un lugar que espero que dure mucho tiempo: La vida son hilos.

Y antes de empezar este pequeño resumen, en el que voy a intentar que os animéis y leáis alguno de mis cinco libros preferidos del año, me apetece contaros por qué me gusta leer. 
A veces me he encontrado en mi vida con gente a la que le oigo decir que leer es aburrido, o que vaya pérdida de tiempo. He oído incluso que leer no vale para nada…en fin, que a ese tipo de personas las prefiero de lejos y a poder ser mudas. Que a mí me da igual si a alguien no le gusta leer, lo que no soporto es ese desprecio a lo que nos gusta a los demás.

Y a lo que iba, que me desvío de mi propósito:

¿Porqué me gusta leer?
Por un lado creo fervientemente que los libros son hilos fuertes que nos unen entre nosotros, entre las personas que los leemos y, además, nos hacen crear otros con personajes a los que muchas veces cogemos cariño y no nos olvidamos de ellos nunca. Serán personajes de los que aprendemos, en los que nos fijamos, que nos dan cierta envidia o por los que estamos preocupados. Los hay incluso que, si su dueño quiere, se van a convertir en parte de nuestras vidas e iremos siguiendo sus aventuras mientras duren las historias.

Por otro lado creo que es que leer es algo que enriquece la mente y el alma. Se aprenden cosas de tan diferentes temas que luego te sorprendes a ti mismo cuando, en otros ámbitos de la vida, sabes responder  sobre temas que en principio no sabías que tenías conocimiento. Luego te das cuenta de que lo has leído en un libro y es una grata sensación.
Además aprendo también mucho vocabulario, muchas expresiones actuales y antiguas. Aprendo sobre lugares, sobre personajes históricos, sobre sentimientos y maneras de enfrentarse a la vida. Es un aprendizaje constante.
También me gusta porque me relaja. Sobre todo si el libro me engancha. Me dejo llevar por lo que va pasando dentro, el tiempo vuela y mi mente descansa de los problemas del día a día. Se ha convertido en una de mis válvulas de escape.

Yo leo desde que recuerdo, en mi casa se lee y siempre lo he visto como algo natural. Es verdad que no tengo el tiempo que me gustaría para leer mucho más, es algo que creo que nos pasa a todos a los que nos gusta relajarnos con un libro entre las manos. Siempre nos quejamos de que no tenemos tiempo. Pero intento que no pase un día sin pasar una hoja.
Eso es algo que tengo que agradecer a mis padres y a mis profesores, que me enseñasen a engancharme a los libros. Y, aun siendo más pequeña que yo, a mi hermana, una de las mayores lectoras que conozco, la que siempre tiene una recomendación oportuna o con quien comparto discusiones sobre este o aquel libro. Y al no tener exactamente los mismos gustos en un pequeño desafío recomendarnos libros la una a la otra.

¿Qué me ha aportado este 2017 gracias a los libros?

A quienes nos gusta leer nos gusta hablar de libros, es algo obvio, y cuando de repente coincide que has leído el mismo libro que otra persona y te pones a intercambiar opiniones, puedes mantener una charla infinita. Esa es una de las cosas que más me gusta de esta afición por los libros. Y eso, este año me ha llevado a varios destinos.

El primero es que he mantenido charlas vía Facebook o twitter con algunos escritores cuyos libros he leído. Me ha encantado.  Hacerle saber a un escritor lo que has pensado de su libro y que te conteste y puedas tener un intercambio de pareceres es, para mí, genial.

Lo segundo es que, gracias a leer entré hace años en una página para escribir reseñas, gracias a escribirlas me crucé con varias usuarias  alas que leer también les gusta, gracias a eso tengo amigas virtuales. Gracias a esas amigas virtuales, que me han aconsejado y me han echado un cable, este Blog ha visto la luz.


Otra cosa que me ha aportado es que actualmente pertenezco a un grupo de personas que no nos conocemos personalmente, nos hemos conocido gracias a mi red social preferida,  pero que intercambiamos impresiones y compartimos libros que nos van gustando. Dentro de ese grupo hay gente que ha llegado a leer 130 libros en un año, yo esa cifra no creo que la consiga nunca, pero este año han sido finalmente 32 y me siento totalmente satisfecha.

Y entrando en “polémica” con el formato…me da igual. Unas veces leo en papel y otras en el Kindle. Depende de dónde esté, de la necesidad de cada momento, de cómo haya conseguido un libro…el caso es leer. No entiendo a los que defienden a capa y espada alguno de los dos formatos si el resultado es el mismo, disfrutar de un libro. 
Eso si, tengo mis lugares preferidos para leer: La playa, la piscina, la cama y mi nuevo sillón...



Y de esos 32 he hecho un balance para quedarme con los 5 que más me han gustado. Cada uno por una cosa diferente, cada uno por una chispa que me ha tocado. Este es mi TOP FIVE.

1- El Encanto, de Susana López Rubio.
Una historia de amor casi imposible en la Habana de los años que precedieron a Fidel. Una historia en la que se mezclan mafia, injusticias, lujos, penurias, amor verdadero, mentiras e historia real cubana que quizá me ha marcado mucho porque lo leí allí, en La Habana.
Precioso cómo está escrito, los personajes parecen tan reales que no cuesta imaginarlos y la historia me ha enganchado de principio a fin.



2- Pan de limón con semillas de amapola, de Cristina Campos.
Cuando dos hermanas cuya relación está rota reciben una misteriosa herencia todo dará un giro a su alrededor. Ellas son como el agua y el aceite, pero se quisieron con locura y la panadería del pequeño pueblo de Mallorca se va a convertir en una tabla de salvación para las dos.
Un libro que me ha resultado tan fácil de leer y me ha enganchado tanto que en tres días estaba terminado. Eso sí, llorar al final no me lo quitó nadie.









3- Patria, de Fernando Aramburu.
Este es verdad que me ha parecido muy duro. Pero me ha gustado mucho. He tenido que dejar de leer en ciertos momentos porque de verdad que no quería seguir leyendo, no quería enfrentarme a la crudeza de algunas vivencias. Es entrar en ETA por otro lado, por la parte enfrentada, saber cómo se resquebrajan las familias que fueron uña y carne por una lucha armada que a nadie beneficiaba. Está escrito de una manera muy cercana y te encariñas de su protagonista a los 5 minutos de conocerla.



4-El laberinto de los espíritus, de Carlos Ruiz Zafón.
Un placer volver a reencontrarme con la familia Sempere, con Fermín Romero de Torres y además conocer a Alicia. Como seguidora de Zafón y de esta saga…me quedo aún con ganas de más.
En la línea de los anteriores este mantiene la intriga casi casi hasta la última página y nos traslada a una Barcelona entre las sombras en la que los libros van a ser un pilar fundamental de la historia.







5- La muerte del Censor, Jordi Sierra i Fabra.
He dudado mucho cual sería el que terminaría esta lista de solo 5. Pero me quedo con este por varias razones. Primero porque ha sido una grata alegría volver a leer algo de uno de mis autores preferidos de la adolescencia. Segundo porque me parece que este autor tiene una facilidad para enganchar brutal. Tiene una manera de escribir muy característica, sus giros argumentales o la manera de describir las escenas o de darle vida a los personajes son tan reales que hay momentos en que parece que estás leyendo una crónica real de una noticia.

Y tercero porque el argumento al que nos enfrentamos es, como poco, original. No es el típico asesinato, o es el típico asesino y no es el típico policía.









Del resto, hasta llegar a los 32, hay de todo. Desde Ken Follet y la siguiente entrega de Los pilares, que ha sido el que se ha quedado fuera por milésimas, hasta Luz Gabás y sus románticas historias.
Pasando por nuevos descubrimientos como David Orange y su “Género de Violencia” con el que he cambiado radical de registro, o Enrique Laso y su análisis de conducta en la saga que comienza con “Los crímenes azules”. Y no me quiero olvidar de una  princiapanta que no lo es tanto en su trabajo en la tele como Carme Chaparro y su "No soy un Monstruo" que, aunque me ha gustado...me ha dejado ese cuerpo raro que te deja la, a menudo, dura y cruda realidad. 


Obviamente  los hay que no me han enganchado, que me ha costado terminarlos y que han dado mil paseos de la mesilla al salón pasando por el bolso o la bolsa de la piscina.
Eso sí, una de mis manías a la hora de leer es que no me gusta dejar un libro a medias. Lo he hecho un par de veces y la verdad es que la sensación de historia inacabada que te deja eso…no me ha gustado nada.

Espero haberos animado a leer alguno de los que me han marcado a mí el 2017. Sé que a algunos os parecerá poco y que habréis leído muchísimo más. Pero me quedo con que yo cada año he ido aumentando y con que de vez en cuando alguien me pide consejo para elegir su siguiente historia…
Y vosotros: ¿Qué habéis leído? ¿Me recomendáis alguno?

Gracias por asomaros una semana más a mi ventana al mundo.
Hacedme saber si os gusta dejando un comentario.

CSM.





viernes, 1 de diciembre de 2017

ACABA DE TERMINAR NOVIEMBRE Y ¿YA ESTAMOS EN NAVIDAD?




No hace ni 24 horas que ha terminado Noviembre y ya parece que todos estamos de lleno en plena navidad.

Pero si lo pensamos detenidamente para Nochebuena quedan 24 días, y un mes entero para entrar en el 2018, ¿tenemos prisa por acabar el año?
Yo desde luego no.
Y no es que haya sido el más maravilloso de los años, pero es que no me gusta esta sensación de que todo vaya tan deprisa. Ya sabemos que a medida que crecemos, la vida parece ir más rápido, pero en este caso es que nosotros le echamos una mano.

Hace ya varias semanas que se ven luces de navidad en escaparates, calles e incluso a través de las ventanas en casas particulares. De hecho hace ya más de un mes que venden turrones y polvorones  en los supermercados, antes de Todos los Santos ya teníamos al Almendro y compañía en los lineales, al ladito de las chuches de Halloween y de los buñuelos.


Y no vayáis a pensar que lo que pasa es que no me gusta la Navidad, porque me encanta, pero considero que vamos un poco con prisa. Las cosas deben de hacerse a su debido tiempo y, entiendo que los comercios, las marcas o las grandes empresas tienen que hacer su marketing, pero es que creo que dentro de unos años en vez de apuntarnos al carro del Black Friday para comprar los regalos de navidad, ¡vamos a provechar las rebajas de verano!

Yo soy una enamorada de la época navideña. Me encanta decorarlo todo (al contrario que al otro habitante de mi casa), me encanta poner a mesa con detalle, me encanta que vengan a comer o a cenar todos a casa, y me encanta, más que recibir regalos, hacer regalos. Disfruto más viendo si lo que he comprado para alguien ha sido un acierto. Lo malo es cuando no lo ha sido jajjajaj…aunque tampoco suele molestarme mucho, es algo que tiene siempre solución.

En mi casa ahora, y en casa de mis padres desde que yo recuerdo, el puente de Diciembre es la fecha pistoletazo para empezar con el ambiente navideño. 
Siempre encuentro un rato para disfrutar alborotando la casa con el árbol, el belén, las postales que sigo rescatando para poner por todas partes, las guirnaldas, las luces…vamos, que me vuelvo medio loca un día entero cambiando la decoración de mi casa. Y es que además me parece precioso como queda todo.


Y, como ya me he metido de lleno en el tema Navidad, me he puesto a pensar en algunas cosas: ¿Sois tradicionales en Navidad? ¿Qué tradiciones seguís? ¿Cuáles habéis olvidado? ¿Cuáles habéis comenzado??

Yo personalmente tengo muchas muy arraigadas, otras que ya no recuerdo cuando fue la última vez que hice y otras nuevas que he comenzado no hace mucho.
 Entre las de siempre, como os decía por ahí arriba, están la de poner el árbol, el belén y demás decoraciones en el puente de diciembre. Incluso si salgo de viaje, aprovechando la fiesta, dejo la casa que parece salida de una postal.

Pero sin duda alguna la mejor de todas es la vuelta a casa de los que viven lejos. En nuestra familia ya estamos acostumbrados a tener a la mitad de la familia dispersa por el mundo y este año, de hecho, vamos a echar en falta a alguien que va a estar demasiado lejos. Va a cumplirse la tradición a medias y quizá en Nochebuena tengamos a alguien a la mesa dentro de una pantalla. A todo hay que acostumbrarse porque así es la vida.

También espero con ganas la comida con mis amigas que cada año nos es más complicado organizar, pero que siempre ponemos ganas y algo siempre hacemos. 

Por otro lado, y para una “foodie” como yo, esta temporada se convierte en un disfrute tras otro de platos elaborados, comidas y cenas fuera de casa, catas de vinos y mesas llenas de dulces. Aunque de estos últimos yo solo disfruto de las deliciosas
cerezas al marrasquino, una de mis perdiciones, y del roscón de reyes, el resto está prohibido para mí. También es cuando pongo en práctica recetas que tenía ganas de hacer y otras que ya me piden que haga. 







Los regalos son otra de las tradiciones que no perdemos. Es verdad que sin niños en casa es algo diferente, pero os puedo asegurar que el día de Reyes yo soy como una niña y me encanta, mi madre dice que parece que tengo 10 años ese día de lo emocionada que me pongo. 
Desde hace unos años hacemos el amigo invisible con tíos y primos que si non el gasto se dispara, pero entre los de casa casa siempre nos regalamos algo y, a poder ser, sorpresa.

Hay muchas más que no pierdo con el paso de los años, como coger ciertos números en la lotería de navidad, pasar esa mañana mirando de reojo los números que van saliendo, intentar averiguar el primer anuncio del año (esta es más complicada cuando viajas, pero lo intento), meter algo de oro en las copas de champan no poder nunca comerme las 12 uvas porque me atraganto.

Y no os asustéis, pero la última de la que quiero hablaros es la siguiente: llorar.
Siempre se me caen las lágrimas al felicitarnos en Nochebuena, al despedir el año, en la comida con la familia, la mañana de reyes…en fin, que una que es sensible pues vive llena de emociones, unas buenas, unas malas, otras regulares, y como nunca me ha importado mostrar esos sentimiento, siempre soy la llorona de casa. Antes me importaba más, y cuanto más se reían o me decían que estaba boba más lloraba, ahora ya saben que me va a pasar y ya no me dicen nada. Ahora incluso compartimos ratito lacrimógeno.    

Entre las que estoy dispuesta a rescatar este año está una que hace años (muchos) era de las que más me gustaban.
Y que sepas Yolanda que esta la rescato gracias a ti.  Voy a enviar postales escritas a mano. Hace muchos años recuerdo la ilusión con la que llegaba al buzón
de casa de mis padres una vez comenzaba diciembre. Siempre he tenido muchas amigas repartidas por la geografía española y nos enviábamos postales en Navidad y cartas el resto del año. Con ese recuerdo muy presente me apetece hacer llegar este tipo de felicitaciones a personas a las que por uno u otro motivo no voy a ver en Navidad.

Y como segundo rescate de época navideña voy a poner villancicos en casa. Como tengo un tocadiscos nuevo me he comprado un vinilo y voy a crear una atmósfera aún más navideña en casa. Esto lo recuerdo en casa de mis padres y me encantaba. El hilo musical por toda la casa sonando y mucha gente en casa. No veáis la de veces que escuchamos el disco especial navidad de OT1 cuando nos dio por ahí.


Y le llega el turno a las nuevas tradicionesEsas que no hace tanto que practico pero que se van haciendo un hueco en nuestras vidas.


Cocinar para mi familia se ha convertido en algo que me encanta, y que ya llevo
unos años haciendo. Espero poder hacerlo muchos años más y juntarlos a todos a la mesa el día de Reyes. Este año ya estoy con el menú en mente  hasta tengo una petición.






Celebrar la Nochevieja lejos, en otra ciudad, y a poder ser salir de nuestras fronteras. Quizás esta lleva poco tiempo, pero la experiencia ha sido preciosa y este año repetimos. ¿Dónde? Ya os lo contaré más adelante…
 

Otra que llevo practicando unos años es ayudar a los demás, no es algo que se tenga que hacer sólo en navidad, pero es una época en la que hay más campañas de concienciación y parece que nos llega más. Yo por mi parte participo en la recogida solidaria del banco de alimentos, hago varias donaciones a ONGs y hace tiempo que con varias tarjetas de puntos o páginas de encuestas me dan la oportunidad de donar los puntos para convertirlos en vacunas, kilos de alimentos o dinero en efectivo para alguna campaña. Hay muchas a las que se pueden donar y yo os animo a buscar entre todas la que más se ajuste a vosotros, y dejar una parte de lo que nos vamos a gastar estas fechas para gente que lo necesita más que nosotros.

Para terminar, y con algo de esa nostalgia que a veces me embarga, le llega el turno a las tradiciones perdidas.

Ir al cine a ver la última de Disney y hacer una cola enorme para entrar. Estar con mis hermanas y todos mis primos deseando que llegue el día en el que nos lleven, es algo que hemos perdido. Y no es porque nos hayan dejado de gustar las de Disney, que en casa las volvemos a ver en Navidades bien calentitas en el sofá, pero ya no vamos todos los primos juntos al cine, ni a ver una que no sea de dibujos. 

Pasar un fin de semana en Madrid y ver el mercado de la plaza mayor, también es algo que llevamos años sin hacer todos juntos. Recuerdo con añoranza llenarnos los bolsillos de bromas para los santos inocentes, comprar pelucas que pensábamos nos sentaban bien o ir por la calle todas dignas (con 7 u 8 años) con esos puritos llenos de polvos de talco y creyendo que la gente se lo creía.
Lo que nos gustaba decirle a mi abuela: "Mira abuela, estoy fumando."
Esta la verdad es que, por el barullo de gente, no es que la eche de menos, si no que me trae recuerdos muy felices.

En estas últimas entran las que se pierden de manera inevitable porque nos falta alguien querido, esas que desearíamos no haber perdido pero que esta rueda que no para lo hace inevitable. Pero a riesgo de ponerme ñoña mientras escribo, pienso que espero no olvidar nunca ciertas sensaciones que no van a volver, como el olor de casa de mi abuela el día de Navidad, o ayudar a mis abuelos a poner el belén en la entrada de casa, con unas figuras a las que cada año les faltaban más brazos, piernas y color. Hasta íbamos a por musgo de verdad que nos pasábamos regando con un “fus-fus” todas las navidades.


Creo que al final he terminado incluso con más ganas de Navidad que las que tenía al empezar a escribir. Aunque sigo pensando que cada vez comenzamos antes a preparar esta época del año. Quizás a todos nos pasa lo mismo con estas fechas y es una época que esperamos con ganas, salvo excepciones, y por eso cada vez comienza todo antes. Nos metemos en una especie de burbuja de positivismo llena de mensajes de alegría que, además, vivimos a la vez en todo el mundo, por lo que es algo muy globalizado.

Espero que este año no corra demasiado el tiempo, y que disfrutemos de estas semanas que quedan por delante llenas de preparativos. Que de eso también trata la Navidad, de disfrutar de todo lo que viene delante, aunque cada vez empecemos más pronto.

También deseo que las personas que lo pasan mal en estas fechas puedan, poco a poco, recobrar la alegría que llega a las casas estos días y los malos recuerdos se queden en el pasado, se vayan quedando con los buenos y construyendo otros nuevos.  

Espero que os haya gustado entrada. Muchas gracias a todos por leerme y contadme ¿Qué vais a hacer vosotros en Navidades? ¿Cuáles son vuestras tradiciones? ¿Qué echáis de menos?

Saludos. Carmen . 

domingo, 19 de noviembre de 2017

NUDOS.






 Desde pequeña tengo una cadena muy fina de oro con unas perlitas en la que siempre se hacen nudos. La he usado bastante y, aunque hacía mucho que no me acordaba de ella, hace un par de días pensé en ponérmela. Y en ese momento me di cuenta de que tenía una idea rondando en mi cabeza. Cuando la uso, unas veces consigo con paciencia deshacer esos nudos y otras, ya por aburrimiento, me la pongo con ellos.
Y, aunque no me molestan, yo se que están ahí y, o no paro de toquetearlos o no paro de pensar en que cuando llegue a casa me la tengo que quitar e intentar deshacerlos. 

La vida, desde mi punto de vista, es igual que mi cadena. Un hilo vital lleno de nudos: unas veces son nudos fáciles de deshacer y otras veces nunca podremos con ellos.
Pero creo que todos los que ya he deshecho, o los que siguen por ahí, han contribuido a que ahora mismo yo sea como soy, con mis virtudes, mis defectos y mis piedras en el camino. Y soy consciente de que habrá más nudos, unos que podré deshacer  y otros nuevos que se unirán a los que ya han pasado a formar parte de los hilos que he ido creando.

En la primera entrada pensaba en mi teoría de los diferentes hilos que nos unen a las personas, en este caso pienso en los diferentes nudos  que se forman en esos hilos.
Así de entrada pienso que los hay que, con solo tirar de uno de los extremos, se quedan en nada. Pero también los hay de los que tenemos que pedir ayuda porque no llegamos al otro extremo. También hay veces que lo intentamos con la parte que nos toca pero el otro no pone de su parte y ahí no hay solución. 
Y, cómo no, los hay que pasa el tiempo y van siendo más difíciles de deshacer por mucho que se intente desde ambos lados. Algunos incluso llegan a quedarse ahí para siempre y se convierten en parte del hilo.



Cada etapa de nuestra vida  va teniendo sus nudos. Y le daremos la importancia que en cada momento creamos oportuna. A medida que el hilo se alarga veremos que algunos a los que les dimos mucha importancia dejan, de repente,  de tenerla y desaparecen sin hacer nada.
 Y no es que yo crea que haya que ser conformista, si no que, a menudo, le damos más importancia de lo que las cosas tienen, y lo único que conseguimos es que el nudo se haga más gordo sin necesidad. La mayoría de las veces, y aunque suene a algo ya muy dicho, lo más simple es lo que mejor funciona para desenredar las cosas.
Pero eso forma parte del aprendizaje y es lo que nos ayuda a trenzar la cuerda sobre la que vamos a ir caminando.  

Por otro lado, unos nudos aparecen de pronto, sin esperarlos, y otros, en cambio, los vemos venir de lejos.
Los que aparecen de repente puede que sean los más duros, los más complicados, nudos enmarañados y sin sentido que pueden ser dolorosos. 

Con respecto a los segundos creo incluso que somos conscientes de que van a formarse y, la mayoría de las veces, no podremos remediar que aparezcan.  E incluso, a veces, aun viéndolos venir,  no ponemos de nuestra parte para evitarlos…porque, simplemente, no nos da la gana ser siempre quien pone remedio.


También podemos diferenciarlos en: los que de verdad merece la pena usar tiempo en deshacer y los que es mejor dejar ahí y no darle importancia.  Pensarlo bien, muchas veces nos obcecamos con algo que,  a la larga, nos damos cuenta de que era absurdo.
E incluso intentamos deshacer algunos que otras personas han decidido atar en el hilo que os une a ellas. En este caso muchas veces es mejor cortar por lo sano al darnos cuenta de que, en realidad, lo que el otro extremo quiere es hacerlo cada vez más grande.


Y alguien puede llegar a pensar: “Entonces, ¿deberíamos preocuparnos por todos los nudos?”   Sinceramente… yo creo que no.
De hecho y dándole un poco la vuelta a todo, puede que incluso nos ayuden  ser mejores, a esforzarnos, a ver la vida de una manera más positiva, a sentirnos satisfechos cuando los sobrepasamos…porque… ¿Qué son en realidad los nudos si no maneras de hacer más fuerte la cuerda?  Los nudos marineros ayudan a que la navegación sea más sencilla, solucionan problemas y mantienen las velas firmes.
¿No podríamos aplicar esto a nuestra existencia?

En este punto siento incluso que me contradigo a mi misma, ¿Los nudos son obstáculos o son aprendizaje y apoyo?  Supongo que ambas cosas y que ambas se complementan... ¿no?

Y después de ver cómo pueden ser los nudos y de si nos interesa poner remedio, ¿Cómo buscar soluciones? Desde mi humilde opinión creo que lo mejor es no intentarlo solos, pegar un tirón al hilo que creamos que nos ayudará, sentirse apoyado, pedir consejo...que para eso vivimos la vida acompañados.
Muchas veces la vergüenza, el miedo o la dejadez, nos impiden pensar que si vivimos rodeados de personas a las que queremos no es solo para lo bueno. Y en realidad cuando más nos necesitamos es en lo menos bueno.

Por lo tanto: Creo que tengo, debo y quiero aprender a vivir con todos los tipos de nudos que se me pongan por delante, además de aceptar los que ya forman parte de mí.
Y para ello se cómo y se porqué. Y eso es lo primero, saber de qué manera deshacer algo, de que hilos puedo pegar un tirón cuando lo necesite, porqué querer deshacerlos o, y creo que más importante, qué nudos merece la pena que pierda mi tiempo con ellos. 

Me encantaría además, con vuestros comentarios, conocer vuestra opinión al respecto, a lo mejor tenéis alguna teoría diferente en la que yo no haya caído. Alguna teoría que me haga volver a pensar en esto e, incluso, cambiar de opinión en algunos aspectos.


Gracias de corazón a los que semana tras semana dedicáis un ratito de vuestro tiempo a leerme. Es una enorme satisfacción estar cultivando estos hilos preciosos con vosotros.



domingo, 12 de noviembre de 2017

UN HILO DESCONOCIDO







La veo todos los días, haga frío, calor o esté diluviando.
Hoy llueve.
Lleva ese abrigo rojo que tanto me gusta. Lleva botas de agua y un paraguas.
Y el mismo bolso negro de siempre.
Va a trabajar, supongo.
Que frío hace hoy en casa, voy a poner la calefacción.



Todos los días la misma historia.
Tengo que ir caminando al trabajo, no tengo coche, no hay autobús a mi destino.
Hoy llueve, me gusta la lluvia.
Y me encanta mi abrigo rojo. Hoy me siento positiva. Me lo voy a poner.
¡Y no olvides el paraguas!
Que poca gente hay por la calle en un día como hoy, me gusta.



Que poca gente camina bajo la lluvia.
Me haré otro café, el otro se quedó frio, lo dejé en la mesa cuando miraba por la ventana.
No me gusta el café recalentado, me dicen que es una manía absurda.
Hoy tengo mucho que hacer en casa, ya es hora de sacar la ropa de invierno.
Seguro que hay cosas de las que no me acuerdo.
A lo mejor el sábado voy de compras.



Que aburrido es mi trabajo, a veces.
Hoy es viernes y llegan los pedidos para el lunes. Eso si me gusta.
Y como de costumbre mi ordenador va lento. A ver si veo al chico ese y me echa un cable.
Han pasado dos horas y ni me he enterado, será porque hoy estoy bien.
Ha dejado de llover y ahora hace frío.
Voy a hacerme un té. Aunque seguro que lo olvido y se me queda frío. Como siempre.



Pensaba que tardaría más.
No tengo mucha ropa de invierno. El sábado me voy de compras. Decidido.
Tengo tres correos que debo contestar, pero no me apetece.
Voy a archivar unas facturas y luego los contesto.
Estos de la luz deben de estar ganando dinero a raudales, voy a apagar la tele.
Total, no la estaba viendo y sonaba muy de fondo.



Qué mal llegaron los paquetes, hoy toca hacer reclamaciones a la agencia.
Si me coge la chica el teléfono, bien, si es él voy a colgar, es un déspota.
Cuánto le cuesta a la gente tener una palabra amable de vez en cuando.
Se me echa la hora encima, voy a dejar cosas para el lunes.
El té frío tampoco está tan malo.
Que hambre me ha entrado después del té.



Tengo hambre. No hay nada en la nevera que me apetezca.
Si no llueve salgo hasta la tienda de la plaza.
A veces la veo allí a estas horas. Qué bonito es el abrigo rojo. ¿De dónde será?
Contesto esos correos y me visto.
Con el frío que hace me voy a poner ese jersey negro.
Qué bien me sienta. Ya no me acordaba.



Se me ha olvidado el sándwich. Cada dos por tres me lo dejo en la encimera.
Si termino de leer los correos en 10 minutos bajo a la tienda de la plaza.
Está algo lejos pero me encantan sus empanadas.
Y qué simpáticos son siempre con todo el mundo. A los peques les regalan chuches.
Alguien se ha dejado la cafetera encendida.
No cuesta tanto apagarla, luego se quejan de las facturas de la luz.



No había nadie en la tienda.
Me he comido medio pan de camino, no puedo evitarlo.
Que calor hace al entrar en casa, me dejé la calefacción a tope. Soy un desastre.
Tengo dos llamadas perdidas.
A una voy a contestar. De la otra, paso.
Tengo que ponerme a trabajar, se me acaban los plazos para presentar y no para de llamar.



Me merezco mis 15 minutos de descanso.
Otro té, mi empanada y dos (o tres) capítulos más. ¿Cuándo volverá a publicar?
Me encanta esta novela, me veo reflejada. Y se me va el santo al cielo leyendo.
Mi jefa es agradable, pero tiene carácter y hoy no está de buen humor.
Dejaré el libro en el bolso. Que viejo está. Quizás me compre uno nuevo.
Me voy a casa. Que ganas de llegar y ver si me ha contestado.



Cinco horas e inspirada. Creo que llego a los plazos. Le devolveré la llamada.
A veces me entra la vena detective. ¿Quién será el lector anónimo? ¿Hombre o mujer?
Hoy se llevará sorpresa. He contestado y tiene algo nuevo. Es muy diferente. ¿Habré acertado?
Comunica todo el rato. Que me devuelva la llamada.
Me apetece cocinar, esta noche no ceno pizza.
O si, pero haré la masa casera.



Que frío hace en casa. Olvidé programar la calefacción.
Una ducha y abro mis correos. Pero me puede la curiosidad.
¡Ha contestado! Me encanta…aunque es tan diferente…
¿Se podría saber su identidad de alguna manera?
Seguro que vive lejos, en un lugar remoto del norte de Europa.
No, si yo podría valer también, a veces imagino demasiado.



La pizza buenísima, el vino mucho más.
Que rápido ha contestado, y me alegra ver que le encanta.
¿Verá la luz este fragmento? A lo mejor lo cambio y la visto de rojo, como ella.
¿Vivirá muy lejos quién me lee? Seguro que si, este proyecto es europeo.
Voy a ver algo en la tele, y seguro que me acabo el vino.
Me aburre la programación, y he tenido una idea.



Termino el libro y a la cama. La cena no estaba muy buena.
Mi infusión fría sí. Tengo que aprender a cocinar.
Mañana es sábado, me encantan las mañanas de sábado.
No paro de darle vueltas al correo. Es muy diferente, pero me ha hecho pensar.
¿Y si no viviese tan lejos? ¿Podría intentar averiguarlo? ¿Nos caeríamos bien?
A lo mejor sueño con eso. Buenas noches.



Me han dado las tantas. Pero que satisfacción.
Puede ser la botella de vino, puede ser que hoy me siento bien. Casi he terminado.
A estas horas no puedo llamar. Pero tendrá un mensaje cuando despierte. Le va a gustar.
Me puede el sueño y me llama la cama. 
Hoy he puesto la manta que me gusta.
Si el lunes lleva el abrigo rojo, decidido, mi protagonista irá de rojo.
Creo que mañana no iré de compras, es tarde, no pongo la alarma. Buenas noches.


A veces no sabemos lo que nos puede unir a los demás... 




ENERO BONITO, ¿NO CREES QUE HAS CORRIDO UN POQUITO?

                                   Esta mañana cuando me he sentado al ordenador me he dado cuenta de que ya tenía que pasar págin...