ROMA. FIN DE AÑO FUERA DE ESPAÑA 2.0.
Lo primero de todo: ¡Feliz año nuevo! Que ya estamos en mitad de Enero y aún no he podido dejar ni una
felicitación por aquí. Espero que pasaseis unas buenas fiestas y que hayáis
empezado el año con bien de energía. Yo al final he terminado un poco cansada,
y creo que no me vendrían mal unas vacaciones para recuperarme de las
vacaciones, pero al final he estado con casi todo el mundo que quería estar,
por lo menos un rato, y eso es lo que más vale la pena.
Además, y por segundo año consecutivo, he podido disfrutar de un fin de año diferente.
Desde que tengo uso de razón he viajado. Mis
padres nos han llevado a mis hermanas y a mí a infinidad de sitios desde que
éramos bien pequeñas, en España y fuera de ella. Les tengo que dar las gracias
por meterme el gusanillo de los viajes dentro del cuerpo. Para mi viajar es lo
más enriquecedor que existe y, aunque no lo hago con la frecuencia que me
gustaría, si que nos hacemos dos o tres salidas al año.
Como
ya os comenté en el post anterior,
el año pasado ya salimos de España a pasar fin de año. No fuimos demasiado
lejos y fuimos en coche, pero la experiencia fue fantástica.
Así que decidimos que mientras pudiésemos
seguiríamos haciéndolo y este año ha tocado Roma. Le debíamos desde
hace años una visita a Italia y que mejor que empezar por la urbe más
importante del Imperio Romano.
Además esta vez no hemos ido solos, se nos ha
unido una pareja de amigos y ha sido muy divertido.
Aclaro,
antes que nada, que esto no va a ser una
guía para viajar a la ciudad eterna, para eso hay miles de páginas y gente
más experta que se dedica a ello.
Pero si que al final os voy a dejar varios nombres de sitios que nos han
gustado y que a lo mejor os vienen bien.
Antes de empezar a contaros nuestra
experiencia en Roma, les quiero dar las gracias a
Fátima y a Juanjo por unirse a ciegas a este viaje. Yo ya tenía cosas
preparadas y no he contado mucho con ellos para organizar, así que…espero que
os haya gustado tanto como a nosotros.
Después de la búsqueda del hotel y los vuelos
la verdad es que ha salido todo rodado. Las visitas a los lugares de más interés
han estado genial y lo improvisado…pues eso, improvisado. Siempre hay cosas que
salen de manera no deseada, pero al final, si te las tomas con humor, se convierten en anécdotas.
Llegamos a Roma prácticamente sin dormir, varias cabezadas en el coche hacia Madrid y otras en el avión nos
sirvieron para descansar un poco. Es lo que tiene coger un vuelo a las 7 de la
mañana. Nada más llegar al hotel tuvimos un poco de desbarajuste hasta que nos
instalamos, pero una vez hecho y sin tomar aliento nos lanzamos a descubrir la
colosal ciudad.
Cuando no conoces Roma y la gente que si ha
ido te habla de ella te haces una idea de que te vas a encontrar una ciudad
imponente, sorprendente y llena de cosas interesantes. Creo que aún no he
hablado con nadie a quien no le haya gustado.
Pues
bien, nada más comenzar nuestro recorrido empecé a darme cuenta de que era eso
y algo más.
Roma impone sobre todo si te paras a pensar que en el imperio romano eso ya estaba
allí y muchas de las cosas eran aun más grandes y más bonitas. Es casi
imposible creer que hace tantos años, y en muchos casos en bastante poco
tiempo, pudiesen construir esas moles de fuentes, de plazas, el coliseo, el
panteón…todo era a lo grande.
Después de una primera toma de contacto con
la gastronomía, descubriendo el mejor tiramisú del mundo en una
cafetería cerca del hotel, nos pusimos en marcha. Bueno, y después de dos cafés
con hielo y Baileys que más bien fueron cócteles de ¡café con whisky!
Con un mapa de la mano, y mi pompón de guía
de grupo, nos pateamos bastante en todo el día sin parar. Sabíamos y teníamos
claro lo que queríamos ver.
Caminamos hasta la Fontana di Trevi para quedarnos asombrados con su luz, su
color, su sonido, su magnitud. Tiramos las monedas correspondientes y alguna
que otra más, no fuese a ser que con la de gente que había se perdiesen
nuestros deseos entre tanto pensamiento. Y para las fotos de grupo elegimos a
una chica china, que por todos es sabido que son los mejores en este tema, y en
vez de una nos sacó unas 15.
Fátima
y yo pensamos lo mismo, a la Fontana tenemos que volver
pero en verano, para comernos un helado sentadas en sus escalones y mirando
como bobas tanta belleza. Nos ha dejado fascinadas y en los cuatro días que
hemos pasado en Roma hemos podido detenernos ante ella en unas cuantas
ocasiones.
Dejando atrás la Fontana, y camina que te
camina, llegamos a la calle del bolso más caro que hemos tenido frente a
nosotras y a la escalinata más transitada de la ciudad, Plaza de España.
Allí descubrimos
que las castañas en Roma, los frutos claro, son casi prohibitivas y, aunque
eran enormes, había dos pochas…jajajaja Lo que nos pudimos reír con el cabreo de
Yeyo.
Recorrida y fotografiada la Plaza de España
seguimos con nuestro periplo por la ciudad y seguimos descubriendo edificios
impresionantes entre calles estrechas y plazas abarrotadas, de gente y de
mercadillos navideños.
A estas alturas quiero hacer un inciso para un consejo: calzado cómodo y piernas
entrenadas por favor. NO se os ocurra ir a Roma con taconcitos que no
es nada recomendable. Esto se puede aplicar a todas las ciudades a las que
vayamos de turismo, pero por el empedrado de las calles ir con tacones es una
especie de harakiri bastante innecesario aquí.
Después de una buena cena con pasta
y pizza, y una botellita de vino,
al llegar al hotel nos esperaba la sorpresa de que estaba rota la
caldera. Teníamos dos opciones, cambiarnos de edificio, el hotel principal
estaba en otro sitio, o dormir muy
acurrucados para no pasar frío.
Estábamos tan cansados que optamos por lo
segundo. No pasamos frío y por la mañana arreglaron el problema un poco más tarde
de lo que nos hubiese gustado .
Con los cuerpos descansados y con muchas
ganas afrontamos el segundo día. Y llegar al Coliseo nos
abrió los ojos de par en par. ¡Madre mía
qué barbaridad! Por mucho que te digan lo grande que es, lo que impone o
que te imagines los detalles que faltan y verlo lleno de romanos con túnicas…la
primera impresión te deja sin habla.
Que grande, que inmenso, que obra de
ingeniería tan colosal para ser de la época que es. Y visitarlo el 31 de
diciembre tiene el añadido de que vimos la San Silvestre romana a sus pies. Y
con los diálogos de Gladiator
pululando alrededor que uno de los cuatro se los sabe de memoria…jejeje
Además del Coliseo pudimos ver muchos más
sitios con esta visita guiada, a tramos andando y a tramos en autobús. Esto lo
llevamos contratado desde España y fue un gran acierto, sin colas, sin prisas y
con una guía que tenía una pizca de “ida
de olla” que nos reímos mucho.
Y llegamos a la última noche del año. Con nuestras más elegantes galas, pero sin
tacones, cenamos al lado de la Fontana di Trevi, una cena diferente, una cena
con uvas de bote que nos llevamos desde casa y viendo las campanadas con el
teléfono móvil. Por cierto, en Roma
empezaron el año con fuegos artificiales y petardos…¡unos tres o cuatro minutos
antes que nosotros!
Esta vez con pocas lágrimas por mi parte y,
como dice Fati, de manera extraña porque no íbamos por la calle dando besos a
conocidos y felicitando el año a todo el mundo.
Y comenzamos una noche entre surrealista,
divertida y atípica.
Después de 45 minutos caminando en busca de
“la marcha romana” del barrio de Trastévere, y dejando atrás pubs con
entradas por precios abusivos, llegamos a un bar en el que finalmente pasamos toda
la noche.
Entre música de Raffaella Carrá y Luis Fonsi
en bucle, con copas de alcohol bastante malas y chupitos de Jagemeister en
tazas de espresso, nos dieron casi las 7 de la mañana. Lo que nos pudimos reír
con el Dj setentón, mi subida a la cabina a pinchar algo que no fuese italiano
y, de camino ya al hotel con el momento
fotos en un fotomatón, al que al final creo que le regalamos 1 o 2 euros.
Además teníamos que pasar por la fuente de
nuestros amores…y ¡no había gente!
A las
6 y pico de la mañana la sesión de fotos fue larga y más divertida que en la
vez anterior. Y porque hacía frío, que
si no a algunos se les habría pasado por la cabeza un baño bastante famoso.
Año nuevo en Roma y primera resaca del
2018…ay madre que mal lo de levantarse el día 1.
¡Y
eso que queríamos ver muchas cosas!
Pues muy a pesar de nuestros cuerpos malheridos lo hicimos. Volvimos a caminar
por la ciudad descubriendo increíbles obras llenas de riqueza, como Santa María la Maggiore, la Plaza de España de noche o varias plazas que nos quedaban por
visitar como la de la República, Navona o Popolo.
Y, pese al frío, nos metimos entre pecho y
espalda unos enormes helados italianos.
Al día siguiente tocaba visita al Vaticano. Con bastante suerte para conseguir entradas con visita guiada dentro
de nuestros horarios. Otra vez sin colas y con un guía que dudábamos si al
final nos iba a hacer un examen de todo lo que nos iba contando.
La Plaza de San Pedro, los museos Vaticanos, la Capilla Sixtina y la
catedral de San Pedro han sido una visita que
nos hubiese gustado hacer con más tiempo, pero íbamos bastante pillados y
tuvimos que verlo con menos calma de la que nos hubiese gustado.
Eso sí, al igual que la Fontana, la Capilla
Sixtina me ha dejado sin habla. Qué maravilla de lugar, que increíble trabajo
de Miguel
Ángel en tan poco tiempo
y sin ser un chaval.
También hemos podido ver dos de sus
esculturas más conocidas, La Piedad y el Moisés. Y, al igual que
en la Capilla Sixtina, yo pensaba, qué mente tan increíble debió de tener ese
hombre. Qué visión de la realidad tan real, que manos tan prodigiosas.
Como veis ha sido un viaje de cuatro días sin
parar, nos ha dado tiempo a ver mucho, aunque nos hemos dejado otro tanto y eso
es buena excusa para volver.
Nos hemos templado a comer, y a comprar,
pasta. Hemos disfrutado de Roma y sus preciosas luces de Navidad, de sus
plazas, de sus monumentos, de noche y de día.
Yo estoy segura que algún día volveré.
Mientras ese momento llega lo que si voy a
hacer es pensar en el próximo destino.
Y en el próximo post.
Que no quiero que pasen tantos días sin
contaros lo que se me pasa por la cabeza.
Brindo por un buen 2018.
Gracias por leerme.
Gracias por pararme por la calle y decirme
que os gusta.
Gracias porque yo pensaba que esto nunca iba
a ser realidad y me siento genial habiéndolo conseguido.
Y ya sabéis, a la izquierda hay una pestaña
para seguir mis pensamientos y debajo del post me podéis dejar un comentario.
Y recordad: La vida son hilos. Nunca sabes dónde va a comenzar uno nuevo y dónde va a terminar el siguiente. Disfrutad del momento, cultivad la amistad, el amor y sed felices.
DATOS QUE OS PUEDEN
INTERESAR:
HOTEL. Opera House Rooms.
Exceptuando lo de la caldera y que olía el primer día algo raro, muy buen
ubicado, muy bien de precio y personal súper amable.
COMIDAS Y CENAS.
- Cafetería
Whashington. Aunque no te lo esperas por el aspecto tienen, según el que
comió tiramisú dos veces al día, el mejor que ha probado en su vida.
- Klass Restaurant. Casi al lado de la
Fontana. Elegante para una buena cena o comida romántica.
- Pastamore.
Una pasta súper buena y una Pizza riquísima en el corazón de la ciudad.
TOURS