En las últimas semanas han sido varias las personas que me han preguntado
por el blog, e incluso dos de ellas me han dicho que lo echan de menos. A algunos
os parecerán pocas, pero a mí me ha hecho tremenda ilusión.
Nunca ha sido mi intención abandonarlo y nunca ha desaparecido de mi
cabeza la idea de seguir con él. De hecho estos meses sin publicar no he dejado
de escribir ni de apuntar cosas que me vienen a la cabeza, y que si no las
apunto terminan quedando en el olvido. Pero necesitaba poner orden muchas cosas
y mis momentos sola frente al ordenador han disminuido drásticamente.
Dicho esto… ¡He
vuelto! Y con la promesa, a mi misma sobre todo, de hacer esto sin que pase
tanto tiempo. Porque también yo misma lo he echado de menos.
Vuelvo al “mundo blog” con una reflexión que me lleva mucho tiempo
dando vueltas en la cabeza. El hilo más importante es el que nos une con
nosotros mismos, el que nos conecta con nuestro propio yo, y es, normalmente,
el que menos cuidamos.
Vivimos en una sociedad que nos acribilla con cientos de estímulos, de
consejos, de artículos tipo: “las 10 cosas más importantes para…”, “entra y
descubre los 5 motivos por los que…” y, además de esto, todo el mundo tiene un consejo para los demás,
todos terminamos compartiendo frases alentadores en las redes sociales, todos
leemos hasta en los paquetes de cereales consejos para ser mejores, para
avanzar, para “ayudarnos” a tomar buenas decisiones. Y eso es, desde mi punto de vista, ya un poco
aburrido. Entre las redes sociales, los medios de comunicación y la gente que
sabe de todo nos “sobre
aconsejamos” de cualquier tema y tomar decisiones quizás hasta resulte más
complicado.
Y no, al primero que hay que escuchar es al consejo de nuestra intuición, que suele ser el que
al final mejor nos va a venir.
Uno de los consejos que creo que más escuchamos es: “Para atrás ni para coger impulso”,
pero
yo no estoy de acuerdo. Creo
que a veces es bueno retroceder un poco
para darnos cuenta de porqué algo ha ocurrido de cierta manera, de lo que hemos hecho mal o simplemente para
ver algo desde otra perspectiva, para entender cómo solucionar o cómo volver a
hacer las cosas o, cómo no volver a
hacerlas. Y si no queremos retroceder…simplemente parar y tomar aire
profundamente.
De hecho creo que es bueno dejar de leer tantas frases bonitas, tanto
consejo enlatado y tanto consejo generalizado porque, en realidad, muchas veces
la gente las usa para “mandar indirectas
al prójimo” en vez de para el provecho propio. Veo a mucha gente que
comparte el mensaje típico de “vive y
deja vivir” y luego están más metidos en la vida de los demás que en las
suyas propias, y eso cada día me estomaga más.
Podemos, obviamente, pensar igual en muchos casos, pero siempre habrá
matices que para nada son malos, si no que son lo normal.
Para que uno esté a gusto consigo mismo yo pienso que es muy
importante tenerse en cuenta a la hora
de tomar decisiones, obviamente se deben tomar en cuenta los consejos de la
gente que nos quiere, o si nos gusta una frase motivadora tampoco hay que
pisotearla, pero al final deberíamos hacer lo que de verdad nos parece a
nosotros, a riesgo de un tropiezo.
Y si se tropieza…simplemente, volver a quererse, besarse, hacerse de
nuevo caso, darse cariño o darse un capricho y volver a seguir adelante.
Yo a veces me digo a mi misma: “Deja de pensar en todo, aparte de en ti
misma, un rato al día, haz lo que te apetece, lo que te gusta, lo que quieres
sin importarte lo que los demás digan o lo que los demás piensen. Mientras no le
hagas daño a las personas que te rodean creo que te mereces ese hueco personal
diario y te beneficia.”
Así que…
Desconecto.
Desaparezco
por un tiempo.
Busco
aire limpio en medio de todo lo contaminado.
Obviamente no me hago daño, busco el equilibrio y siempre que me tomo
este tiempo propio lo hago para mejorar, para mi beneficio.
Si me apetece leer un rato, leo.
Si quiero pasear media hora, paseo.
Si simplemente quiero sofá y tele, me tumbo en el sofá y veo la tele.
Claro está que tampoco me voy a encerrar en mi misma y voy a dejar de
lado a las personas que tengo a mí alrededor, a los que de verdad merecen la
pena. Pero seleccionar quien merece la inclusión en mi círculo de bienestar es
también un ejercicio de quererse de verdad a uno mismo.
Me he propuesto alejarme de toda esa “gente tóxica” que lo
único en lo que piensan es en cómo fastidiar
a los demás, criticar, poner en duda las capacidades de los que le
rodean, no suelen tener escrúpulos y se preocupan demasiado de lo que hacen o
dejan de hacer sus semejantes y poco por lo que hacen ellos.
Así que después de reflexionar bastante y de priorizarme a mí frente a
otros creo que estoy en un punto que me gusta más y del que disfruto mejor. No
le voy a negar nada a quien creo que merece mi ayuda, pero no voy a tener
reparos en decir que no a ayudar a quien no lo merece.
Espero que mi regreso sea para quedarme muuuchas semanas seguidas.
¡Vuelvo con fuerza y
con energía!
Gracias de corazón a todos los que me habéis preguntado, los que
habéis echado esto de menos y los que habéis dejado que tomase mis propias
decisiones sin nada más que apoyarme.
Y ya sabéis… ¡os agradezco muchísimo los comentarios!