viernes, 20 de octubre de 2017

CUBA Y LO QUE APRENDÍ ESTANDO EN CUBA.





El verano que acaba de terminar lo voy a recordar siempre, no me cabe la menor duda. Volvimos de las vacaciones más cansados de lo que fuimos pero sin que eso nos importase lo más mínimo. 
Decidimos estirar nuestros hilos para cruzar el charco hasta Cuba y, gracias a eso, hemos dejado algunos allí y nos hemos traído otros nuevos, hilos conectados a sensaciones, maneras de vivir e imágenes que las fotos son incapaces de captar del todo. 

Nos hablaron mucho de Cuba antes de ir, pero no imaginaba que se me iba a meter por las venas y me iba a traer tal recuerdo dentro. 
Y ya os avanzo que hay que tener clara una cosa:
                    "Hay que ir a Cuba para entender Cuba". 


Nuestra primera parada fue La Habana
Es una ciudad calurosa que huele a gasoil, sabe a ron y suena a Son. 
De esto nos dimos cuenta cuando no llevábamos ni una hora por sus calles. El aire es pesado y la tranquilidad contagiosa, es entrar en la calle Obispo y perder la noción del tiempo, lo que agradecimos enormemente porque paseamos sin prisa, hice mil fotos, conversamos con la gente, descubrimos tiendas, paladares e incluso nos sentamos simplemente a mirar a la gente pasar. Da gusto no preocuparse por la hora que es y simplemente disfrutar del momento. Nosotros lo hicimos porque estábamos de vacaciones, pero ellos lo hacen porque muchas veces no tienen nada mejor que hacer.
  

Aunque sabíamos de antemano lo que queríamos ver y yo llevaba una guía “handmade”,  nos dejamos llevar por sus calles, nos dejamos acompañar por un cubano muy simpático y terminamos visitando lugares que no vienen en las guías para los turistas. Entramos en algunas de sus casas, en las tiendas donde van ellos habitualmente y compartimos sus conversaciones. Nos contaron su pasado, su presente y lo que esperan de su futuro. Sin pedirnos abiertamente nada a cambio (aunque siempre lo esperan) nos acompañaron por la zona suya, la zona en la que se ven pocos extranjeros. Conversamos con ellos de política, de religión, de sus costumbres, de los cambios que van notando y de las cosas que siguen, y seguirán, igual que llevan tantos años. No imaginábamos que de verdad y en general fuesen felices con lo poco que tienen y que, además, no busquen tener nada más, simplemente quedarse como están. 
Es cierto que nos chocaba que no hablasen en contra del régimen, a algunos se les nota que están en contra pero no lo dicen, y aun así te venden su país como el epicentro de la vida y la felicidad. En ese momento me di cuenta de que por aquí nos quejamos mucho, queremos demasiadas cosas y la mayoría de las veces dejamos en un segundo plano lo que de verdad deberíamos cuidar en nuestro día a día. 
El Malecón



En la Habana pasamos tres días y me habría quedado trescientos. 
Obviamente hemos visitado "lo que hay que visitar" de la ciudad, en tres días (con sus tres noches), y estando un poco organizados, se ve bien. Ya sea simplemente caminando o en alguno de sus medios de transporte, yo os recomiendo un taxi clásico y ajustar un precio antes de montar. Luego pedidle al taxista que os lleve a sitios menos turísticos y, a lo mejor, termináis viendo hasta un ritual de santería, como nos pasó a nosotros. Fuimos testigos de algo muy íntimo que nos traeremos en el recuerdo porque de eso no pudimos sacar fotos y respetamos que así fuese. 



Por otro lado La Habana por la noche es oscura y ruidosa, las calles están mal iluminadas y la gente se reúne en grupos en las calles, ya sea en el Malecón tocando música  y bebiendo o en las puertas de las salas de fiestas. En un principio echa un poco para atrás porque te das cuenta de que la parte menos buena de la ciudad es real. Las jineteras y los jineteros (que no solos son chicas) se exhiben, ves parejas "poco enamoradas" y algún borracho que otro, pero poco a poco notas que no te debes sentir inseguro porque ves que siguen a lo suyo: bailar, beber y relacionarse sin pensar en el día siguiente. Esa es su mayor diversión y si no lo estás buscando nadie te dice nada. No se meten con los turistas, saben que viven de ellos y si provocan incidentes pueden meterse en serios problemas.


En general La Habana me ha transmitido felicidad, y eso me ha dejado descolocada porque pensaba que iba a ver tanta pobreza que me pondría triste. Es una ciudad de contrastes porque hasta la moneda local es diferente a la de los turistas, no tienen de casi nada, viven en casas que se caen a pedazos, los sueldos son míseros y se buscan la vida sin hacer daño al prójimo. Además, tienen prohibido entrar en algunos sitios o simplemente montar en un barco de recreo, pero tal y como te lo cuentan ves que si les pone tristes no poder hacer algunas de esas cosas, pero su optimismo hace que después te digan: "Pero puedo hacer esto, y esto y esto..."


Finalizamos el viaje con cinco días en Varadero, pero después, al volver, me he dado cuenta de que es una burbuja dentro del país. Todo es como de anuncio, las playas son paradisíacas, los hoteles lujosos, no falta de nada y, como la mano de obra es tan barata, el servicio es excepcional. Siempre hay alguien ofreciéndote una bebida, colocando tu hamaca o acompañándote en una excursión.

Descansamos y nos relajamos, nadamos con delfines y visitamos uno de tantos Cayos que tiene Cuba, Cayo Blanco. Pero si he de quedarme con algo me quedo con el abrazo de Irma, la chica que hacía nuestra habitación, al despedirme de ella y darle una mochila llena de cosas que allí son muy necesarias. Hay abrazos que no transmiten nada más que un adiós, pero el suyo me transmitió eso y un agradecimiento sincero y cariñoso. 
Cayo Blanco

Tampoco voy a decir que no me gustó Varadero, estaría mintiendo, pero una de las cosas maravillosas que tiene viajar es conocer culturas diferentes, maneras de vivir opuestas a las nuestras, nuevos sabores, nuevos aprendizajes…y aquí se descansa y se vive de lujo, pero no es la realidad de Cuba. Si alguna vez vuelvo volveré a La Habana, a Matanzas, a Cienfuegos, a Santiago...y a muchas otras ciudades que no pudimos ver.


Dos meses después de esta experiencia puedo asegurar que algo se me ha removido por dentro. Cada viaje que he hecho me ha enseñado algo, he aprendido cultura, me he sorprendido en algún momento y me he traído buenos recuerdos, pero con este es verdad que noto que miro las cosas de otra manera, me preocupo menos por el que dirán o me doy cuenta de que puedo vivir perfectamente sin eso que antes me parecía imprescindible. Supongo que aquí esa manera de vivir es casi impensable, incluso demasiado idílica, pero una parte de mi quiere creer que he terminado de entender porqué es más necesario cuidar las relaciones con la gente a la que queremos que preocuparnos por tener más o menos cosas que el vecino.
Pero sobre todo a ser más optimista.

Creo que Cuba me ha curado en algún sentido y espero que ellos avancen y prosperen, pero que sigan con esa filosofía suya, ese carácter y esa felicidad.
También espero que se les abran nuevas puertas y que el beneficio no solo lo tengan unos cuantos, si no que sea un beneficio general que les ayude a mantener la esencia cubana sin pasar necesidades.


Gracias a los que os asomáis a esta ventana, vosotros sois mis nuevos hilos y vuestros comentarios me ayudan a saber vuestra opinión.



10 comentarios:

  1. Cuba, uno de los viajes de mis sueños, un sueño que si todo va bien cumpliré el próximo verano. Gracias por tu crónica.

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    1. Seguro que te encanta! Muchas gracias por tu comentario! Un abrazo!

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  2. Enhorabuena por la entrada...Me dan ganas de coger un vuelo ahora mismo...quién pudiera!!

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    1. Gracias!! Y ahora mismo...no...pero plantéalo para las próximas vacaciones! 😉😉

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  3. Habrá que ir empezando a ahorrar para las próximas vacaciones e ir en busca de un poco de optimismo...¡gran entrada! Muack!

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  4. La verdad que te entran ganas de hacer la maleta!! Según lo describes merece la pena viajar allí y vivir la experiencia!! Lo apuntaremos para un futuro destino!!

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  5. Qué ganas tengo de conocer Cuba desde hace la tira; cuando estuve en la URSS, allá por el siglo pasado, conocí a varios cubanos que vivían allí y me hablaron maravillas de su país. Y leyéndote está claro que no exageraban ni un poco.

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  6. Te aseguro que es un país que te cuentan cosas antes de ir y cuando llegas te das cuenta de que lo que te han contado es poco. Muchas gracias por tu comentario!

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