domingo, 2 de diciembre de 2018








               UN INESPERADO HILO CANINO…¡CHULA! 

Esta semana ha hecho un año desde que Chula vive en casa, hoy hace un año que he de reconocer que mi vida tiene un plus que no pensaba que vendría de la mano, o de la pata, de un perro.

Nunca habíamos querido tener perro en casa por muchas razones, entre ellas mi alergia (que sigue estando pero mantengo a raya), pero que Chula viva en casa es una de ese tipo de casualidades de la vida inesperada y finalmente preciosa.
He de reconocer que mi primera impresión fue de recelo, una perra grande y negra, de caza y de una raza que yo entendía como poco amable y nada cariñosa…me daba hasta miedo.



Pero las vueltas que da la vida.
Grande y negra obviamente sigue siendo.

De caza también.
Pero no sé si he visto alguna vez perra más cariñosa y obediente.
¡Qué confundida estaba!


Éramos de ideas fijas. “En casa no entra un perro”, decíamos.
No tenemos jardín y estos perros necesitan mucho ejercicio, crea demasiada dependencia para poder salir y entrar cuando nos dé la gana (o faltar fines de semana enteros de casa), los pelos por toda la casa nos van a traer por la calle de la amargura, el olor a perro en una casa es algo odioso…eran otras de las excusas para no tener canes viviendo con nosotros.


Pero al fin y al cabo tenemos patio y sale todos los días bastantes veces a la calle, lo cual nos ha venido también bien a los humanos que vivimos por aquí. La aspiradora se ha hecho imprescindible por aquí a diario, mi casa huele igual de bien que antes, buscamos hoteles “dog friendly” (o la dejamos con alguien de confianza) y ahora no me acostumbro a estar sin ella.



Nunca antes había tenido perro en casa.
Nunca había convivido con ninguno más allá de uno o dos días cuando hemos tenido a alguno enfermo y lo hemos traído a casa.
Y he de decir que comprendo ahora muchas cosas, que no todas, de las personas que tienen perros y los consideran parte de su familia.



Chula es ya parte de esta familia, pero ni duerme en la cama ni somos sus padres, en serio que con eso no puedo. Tiene su cama para pasar la noche y somos sus dueños, la queremos a rabiar y ya no me imagino mi casa sin ella, pero sus padres eran un perro y una perra que no se si alguna vez conoceremos.




Por otro lado, siempre he oído decir a la gente que tiene perros en casa que se convierten en algo más que mascotas, y quizás era reacia a verlo, pero finalmente he entendido lo que se les puede llegar a querer.
De hecho no me veía yo abrazando, besando o muy preocupada por un perro…y hago las tres cosas.
También hablo con ella, mucho, me mira raro y creo que piensa que estoy como una regadera. Pero creo que me quiere tal y como soy porque cuando me he enfadado con ella y la he gritado como una loca ha corrido a refugiarse a su guarida con las orejas gachas y el rabo entre las piernas, pero al rato ha vuelto a buscar mis mimos como si nada hubiese pasado.

Por cierto, esta es Chula.

Chula es noble, es cariñosa, le cuesta un poco al principio acercarse a algunas personas (los niños le gustan poco) y un par de veces tuvimos episodios de locura…pero en general se porta de maravilla y lo máximo que hace es coger nuestra ropa si nos echa de menos y llevarla a su cama. Es obediente, hace sus cositas donde las tiene que hacer y no enreda en casa. ¡Y luego de caza es una máquina! Jajjaja A veces en el campo (una vez del patio de casa) nos trae pájaros muertos como regalo y eso me gusta poco, pero no la podemos reñir.





Y a mí personalmente me gusta la rutina que me he creado con ella, el paseo por la mañana aunque llueva, que me siga por casa y se siente a mirarme (y a ver si algo cae) mientras cocino, que se tumbe a mi lado, en el suelo, mientras estoy frente al ordenador y verla tan contente cuando digo la palabra “Vamos” y cojo la correa.


Pero también tiene carácter, cuando la reñimos porque intenta subirse al sofá se va a su cama toda ofendida y se pone de espaldas a nosotros pero mirando de reojo…hasta que ya ve que nos reímos y vuelve a la carga. De vez en cuando consigue lo de subirse al sofá, más con otro que conmigo. 


En fin, que he descubierto algo que no sabía, que tengo la capacidad de amar a una perra, que la adoro y es fácil estar con ella. Sus pelos negros me siguen trayendo por la calle de la amargura y a veces tenemos que hacer malabarismos para que nos esté sola demasiado tiempo en casa.





Pero sí que tengo claro que Chula ya no se va de casa, espero que nos queden muchos años disfrutando de ella y ella de nosotros.








Gracias Yeyo por traerla a casa y deja de decirle cada dos por tres que no me gustaba cuando llegó a casa que esta perra es muy lista y al final lo va a entender y ¡me va a dejar de querer!









Gracias a todos los que habéis llegado hasta aquí abajo por pasar a leer lo que se me pasa por la cabeza.
Espero poder publicar con más frecuencia a partir de ahora.

¡Hasta la próxima!







ENERO BONITO, ¿NO CREES QUE HAS CORRIDO UN POQUITO?

                                   Esta mañana cuando me he sentado al ordenador me he dado cuenta de que ya tenía que pasar págin...